Cuando el cuerpo habla, poco aportan e importan las palabras. El ballet es una de las disciplinas corporales más hermosas de cuantas existen pues sacrifica la faceta divertida y animosa de cualquier otro baile en pro de una singular belleza y exquisita ejecución. Digamos que si el espectáculo "Titanium" que tanto alabé en estas páginas apuesta por una bestial e imponente puesta en escena a golpe de taconeo y fusión de géneros, el ballet ensalza la figura humana y cada uno de sus detalles y movimientos, saltos suspendidos e inclinaciones sobre puntas que dejan boquiabierto. "Titanium" fue Nadal, "El Lago de los Cisnes" es Federer. Descubre una de las más clásicas historias de amor de la mano del prestigioso ballet de St. Petersburgo y en un entorno idílico: el teatro Compac de Gran Vía.
Cuando el teatro transgrede su función más pura, el resultado suele ser doblemente satisfactorio. Qué tendrán las tablas que todo lo que tocan lo convierten en oro, aunque aquí más que pisando fuerte los artistas se deslizan como cisnes en el agua. No obstante, "El Lago de los Cisnes" recupera la famosa historia de Odette, condenada a ser cisne por el día debido a un hechizo que sólo le da un respiro por la noche, cuando recupera su forma humana; y el héroe, Sigfrido, llamado a ser el amor verdadero que rompa la maldita situación. La narrativa está rodeada de múltiples elementos, escenarios y personajes todos ellos reunidos en el Compac de Gran Vía en una ambientación memorable, un elenco imperdible y una de las mejores escenografías del año (no perdáis de vista el vestuario, digno de premio).
Superado con creces el ámbito formal, encajando a la perfección tamaño ballet en las dimensiones teatrales, echamos un vistazo al contenido. Un servidor es un completo desconocedor de técnica y disciplina del ballet pero, desde el primer minuto, el espectador se percata de cuánta calidad ha venido a Madrid desde la otra punta de Europa. Cada personaje, incluyendo a los padres de Sigfrido cuya coreografía brilla por su ausencia, interpretan y revalorizan el cuento clásico ayudados por la inconfundible melodía -y sus numerosos movimientos- de Tchaikovsky. Tuve la suerte de contar en la función a la que asistí con la intervención estelar del también coreógrafo y director artístico de la obra Andrey Batalov, cuyos saltos en el aire parecían parar el tiempo, arrebatarle a uno la respiración, dar a otros tiempo para la fotografía de la noche para, milésimas después, aterrizar sobre el suelo en el que sería la toma de tierra idílica para cualquier piloto.
El escenario no es castigado ni brutalmente golpeado como en otros bailes; aquí apenas se levanta polvo, se produce ruido, apenas roce con el suelo; el ballet maximiza la suavidad de movimientos y premia al público con unas ejecuciones tan soberbias como dóciles, casi reconfortantes. Es esa quizá la magia del ballet: en contra del aburrimiento inicial que prometía la obra con un arranque algo lento para el novato en ballets, el argumento enseguida nos sumerge en la difícil elección de esposa de Sigfrido entre las doncellas del reino, cuando aquella que él ama es un cisne cada mañana. En la piel de la hechizada, del brujo y de su impostora hija; del inolvidable bufón, foco de los aplausos gracias a un par de "solos" que te obligarán a comentar lo visto en mitad de la obra. Y la música, ¡qué sería de nosotros sin la música!. Tanto el número de Sigfrido con la impostora como con la verdadera Odette constituyen uno de los momentos más románticos y bellos de cuantos he vivido en un teatro; mas los números transitorios recompensan su abundancia con a cual mejor y más completa coreografía.
Con todo, recuerda lo que pagarás por ver: un espectáculo de dos horas -con un intermedio de 15 minutos- en el que no habrá más que ballet, ballet y ballet. La otra lectura, quizá más acertada, es que estás a punto de asomarte durante dos horas a cuanto encanto puede transmitir el ser humano con su cuerpo y expresividad, enmarcados en una historia de amor fantástica -¿acaso existen de otro género?- y una melodía que, mientras perdure, seguirá habiendo belleza.
otiuMMaximus
- Enésima versión del clásico y sin embargo una ejecución sorprendente.
- La escenografía y elenco resultan sobresalientes.
- Las actuaciones estelares de Andrey Balatov y Leonid Sarafanov son extraordinarias.
otiuMMenester
-¿Dónde? Teatro Compac Gran Vía. Gran Vía, 66. Teléfono 91 541 55 69.Madrid. http://www.gruposmedia.com/cartelera/el-lago-de-los-cisnes-ballet-de-san-petersburgo/
-¿Cuándo? M a S a las 20:30 horas. D a las 19 horas. Hasta el 20 de julio.
-¿Cómo? Trata de aparcar por colindantes de Gran Vía, como la que dobla la esquina del teatro. Si no, es una zona repleta de parkings. En Metro, L10 (Plaza de España).
-¿Cuánto? Desde 20 euros en El Corte Inglés y Entradas.com . Promoción 15% dto. venta anticipada para todas las funciones.
Jesús Clemente Rubio