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Red Dead Redemption II: Un 'vendeconsolas' al final de la generación

Un centenar de desafíos, coleccionables y misiones "secundarias" (muchas de ellas bien podrían formar parte de la historia principal por complejidad narrativa y variedad) que, apartado por apartado, podrían conformar un juego triple AAA por separado. La carta de presentación de Red Dead Redemption 2 ha sido, para nosotros, que precisamente todo lo que va más allá de la historia principal es uno o varios grandes juegos por sí mismo. Y cuando sentíamos alcanzar el clímax descubriendo el último animal o miembro de la flora del Salvaje Oeste, fue entonces cuando decidimos embarcarnos en las misiones. Y descubrimos el -con permiso de Fallout 4 o The Witcher 3- mejor juego de la actual generación. La película que cualquier director sueña con dirigir y completar, el videojuego que reclama el merecido puesto del entretenimiento digital en el olimpo del ocio. Del ocaso del Salvaje Oeste surge la enésima resurrección de la actual generación. Que esto nunca acabe. No, al menos, hasta que hayamos terminado Red Dead Redemption II.

John Marston aparece. Y la nostalgia vuelve a invadirnos y nos lleva a preguntarnos sobre si cualquier tiempo pasado no fue mejor, con aquel apoteósico final -que no epílogo- de la primera parte y una narrativa que creímos perdida en el panorama actual de videojuegos. Pero Rockstar, que bien podría, no vive de las rentas. No se sienta a contar los dólares generados por GTA Online o por el propio Red Dead 2 (más de 700 millones de dólares en los tres primeros días de comercialización). Rockstar siempre quiere más, porque sabe que el jugador también. Y con una historia que bien podría estar nominada al Óscar a mejor guión en caso de haberse llevado al celuloide y no a la consola, cualquier otra compañía se habría sentado a leer tuits alabando su trabajo. Historia que, por cierto, parte de la decadencia del Salvaje Oeste y las bandas de forajidos, centrando la acción en la de Dutch, la exbanda de Marston en Red Dead I y actual tanto de él como del protagonista de esta segunda entrega, Arthur Morgan.

Genio y figura, Dutch es el verdadero eje argumental de la entrega y casi de la saga.
Pero Rockstar llegó al final y dijo, volvamos al principio, y vamos a vestir una extraordinaria historia con las mejores, más variadas y trabajadas galas que se hayan imaginado, profundizando en todos y cada uno de los personajes de la banda de Dutch, creando un Arthur Morgan que haga olvidar, o al menos aparcar, el recuerdo de John Marston, desarrollando coherentemente una evolución de acontecimientos que convierte una familia de forajidos en una historia de desamor y venganza. Y ya que nos ponemos, añadamos un mundo detallado hasta la última especie animal, arma y mejora, paraje y tipo de misión. Y si por el camino anunciamos un Online que promete ser la nueva gallina de los huevos de oro para empresa y usuario, tanto mejor.
La calidad visual de Red Dead II es incuestionable. Y si tienes la suerte de probarlo en 4K, todo lo demás
te parecerá del siglo pasado.

Sí, esto es Red Dead Redemption II, no el juego definitivo, pero sí definitivamente la vía que debería seguir cualquier juego para consolidar el reinado del videojuego en el entretenimiento digital. Nos gusta la música, el cine y un buen libro, pero Red Dead Redemption lo tiene todo. Nos hemos emocionado con la historia, pero hemos colmado nuestras necesidades y exigencias digitales con cada elemento del juego. Últimamente utilizamos el mismo ejemplo gráfico para transmitir cuánto hemos sentido: os garantizamos que en otiuMMadrid sabemos lo que es el ocio en todas su formas, también el nocturno. Discotecas, bares y pubs madrileños no tienen secretos para nosotros. Y aún así, la "misión" de llevarte de borrachera a Lenny representa una de las mejores escenas y maneras de llevar a la ficción algo tan familiar como una noche en la que bebemos algo más de la cuenta. Todo en su versión más cómica y ficticia claro, pero es una pequeña obra de arte.

Si Red Dead Redemption II tratase sólo de Arthur Morgan, sería un
buen juego más. Pero Morgan es sólo el principio.
Si Rockstar hace eso con una, reiteramos, "misión" sin importancia argumental ni alcance en términos de jugabilidad, imaginaos qué no habrán conseguido con los asaltos a trenes, las personas y los personajes del Salvaje Oeste, los desafíos y misiones secundarias, la experiencia total del videojuego absoluto. Habéis oído hablar de él, habéis deseado ponerle las manos encima. Os hablo a vosotros, a los que aún no lo tenéis. Papá Noel y los Reyes Magos son vuestra excusa y, en breve, vuestros ídolos. Pedidlo ya. A los que ya lo habéis jugado, probablemente no hayáis leído estas líneas. Hacéis bien. Ello significaría haberos robado tiempo que podías haber dedicado a Red Dead Redemption II.


Jesús Clemente Rubio