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J31 Real Madrid 2 - Eibar 1: Bálsamo Benzemá

El Madrid no merecía esta Liga. Sí todo lo que en años anteriores ha cosechado pero, desde luego, esta temporada era necesaria para iniciar una revolución. Porque visto el comienzo, el durante y, por poco, el final del partido de hoy queda una lectura clara: los que se salvan se pueden contar con los dedos de una mano y no en todos los partidos. Hoy, por ejemplo, Benzemá y 9 más. Bale hace tiempo que se fue, mucho antes de que los pitidos, que también los hubo, se instalasen en la grada.


El Eibar olió la sangre, apuñaló primero pero el agotamiento pudo con él. Pero no vayamos tan rápido, que entonces no nos alcanza ni Varane, fallón como nunca. Con unas gradas anormalmente vacías otros temporadas pero algo que ya es costumbre en ésta, los asistentes -y los que lo siguieron por televisión- pudieron comprobar que aunque Zidane sea muy grande, no es milagroso, y un milagro es lo que necesita el Real Madrid para no padecer.

Padecer durante toda una primera parte la desidia, pereza, falta de acierto, voluntad y ganas de un Madrid irreconocible salvo este año. Ni siquiera "mete pierna", la primera página de todo manual del equipo aguerrido y luchador. El Eibar, que tampoco anduvo fino, sí supo hilar una buena jugada que terminó picando Carmona a un Keylor que quizá pudo hacer más. Y la grada estalló y pidió cabezas. Bale, que ya desde los primeros minutos había sido el señalado, aquí se convirtió en protagonista y objeto de ira del madridismo.

La segunda parte tampoco cambió en exceso aunque sí comenzó a despertar y dejar algo de esperanza en botas nacionales: Valverde, Asensio y Odriozola pusieron el empuje y corazón. Y la calidad, fiel reflejo de todo el Madrid de los últimos meses, la puso Benzemá de manera piramidal, cuando quiso, no cuando pudo; de estar fuera del partido a meterse de lleno en él con sendos cabezazos y varias acciones de peligro y querer jugar mediante. Pero los derrotistas estaban de enhorabuena y, pese a que el marcador hoy no les brindaría la razón, sí lo harían los fallos que el delantero francés cosechó después, dejando claro que todo atisbo de felicidad, remontada y posibilidades de este Madrid son un espejismo que espera al verdadero oasis que promete ser la temporada que viene. Zidane, ¡cuánto queda por hacer!

Jesús Clemente Rubio