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Viena, qué ver: Las 5 claves del imperio musical


Basta un pequeño paseo por Viena para adentrarte en históricos lugares de conquistas y disputas territoriales, en una de las mecas de la música clásica y en una atmósfera imperial que, guste o no, sorprende por majestuosidad y presencia. Hay muchas y muy buenas guías o pautas para visitar Viena pero nosotros hemos preferido resumir lo que debería dar de sí tu estancia en la capital austríaca en 5 claves para exprimir este imperio histórico y musical.



1-. Oficina de Turismo y Vienna City Card


La historia de Viena repasada en algunos murales frente al
Palacio de Hofburg.
Ahora. Para Siempre. Es el eslogan elegido por la oficina de turismo de Viena y, verdaderamente, es momento de visitarla para que se quede en ti por el resto de tus días. Viena es imperial en cómputo global pero coqueta y embriagante por sus plazas y jardines como veremos en el siguiente apartado, merece ser explorada toda ella aunque los puntos de interés disten bastante entre unos y otros y, sobre todo, merecen que eches un vistazo a cómo hablan de ella... los propios austriacos. 

Verás que no hablamos de la comida: las salchichas abundan pero uno
de los platos regionales es un simple filete empanado...
El Turismo de Viena huye de interminables panfletos y páginas web en las que parece que hasta las alcantarillas son visitables en la ciudad y, en un perfecto castellano, propone incluso itinerarios de 3 días que a nosotros nos sirvió soberanamente para conocer la ciudad. No es lo único que la ciudad hará por ti: en 2020 se cumplirán 250 años del nacimiento de Beethoven y la interminable lista de exposiciones y eventos que tienen previstos son sólo muestra de lo que apuesta Viena por su cultura, con especial guiño al terreno musical.

Imperial e imponente, Viena refleja su historia imperial en cada rincón.
Por eso, porque tiene tanto y tan bueno que ver, te recomendamos la Vienna City Card para moverte, por 25 euros, libremente por toda la ciudad entre 1 y 3 días (esta última cuesta 26,10 euros en la página web que indicamos más abajo) lo cual, insistimos, es fundamental si tienes poco tiempo y quieres verlo todo, pues trenes, metro y tranvías funcionan genial y te conectan en poco lo que tardarías mucho caminando. Además, la tarjeta posee descuentos para bastantes monumentos.


2-. Si las plazas y estatuas hablasen...

La de Beethoven, más austera por localización y apariencia que la
de Strauss o Mozart, nos encantó por su solemnidad.
Viena rinde culto a cada figura que haya tenido la más mínima relación o implicación con su historia. Encontrarás, incluso en los mapas, indicados centenares de estatuas y esculturas tributo a figuras políticas, sociales, culturales y, especialmente de nuevo, musicales repartidas a lo largo de toda la ciudad. 

Mozart nos espera en clave de sol.
Si bien la estatua de Johan Strauss es esa de la que todos hablan porque es de las pocas esculpida en bronce -y, por tanto, muy llamativa- no hay que obviar las de Mozart y Beethoven o Maria-Theresien, aunque podríamos listarlas todas y el artículo se nos iría al millón de caracteres. Y cada una parece describir a la perfección la personalidad o bien la relación del homenajeado con la ciudad. Por cierto, no cometas el error que nosotros; si alguna estatua te llama la atención porque admiras específicamente a esa persona, ve a visitarla; los vieneses, lejos de esmerarse menos en unas en favor de otras, siempre parecen haber echado el resto en cada una de ellas. Lo comprobarás en el tamaño, material y nivel de detalle.
Si te gusta la estatua de Strauss, no te pierdas el parque en el que se ubica. Visita obligada.

Y ya que te acercas a echar un vistazo a las estatuas, hazlo también en el contexto y lugar en que se ubican; siempre encontrarás una plaza o parque merecedor de robar unas horas a tu estancia en Austria.  El Barrio de los Museos (foto de portada), por ejemplo, alberga la plaza Maria-Theresien con su escultura separando los dos edificios de corte imperial y casi gemelos, sede del Museo de Historia Natural y de Arte respectivamente y ambos muy recomendables.
Viena tiene todo separado, pero no tanto como otras ciudades. Ideal para dedicar tiempo a espacios como éste.

El parque frente al Ayuntamiento, ante las obras de éste, hace
méritos para ser una de tus paradas.
La estatua de Johan Strauss es sólo de una de las decenas que escoltan al visitante durante su paseo por el Stadtpark, uno de los obligados de Viena, sin desmerecer el más discreto pero también atractivo parque Burggarten. Y, de nuevo, así podríamos estar días y días porque la cantidad de plazas, con o sin estatua, que dibujan el mapa de Viena son tantas que querrás fotografiarte en todas. Igual ocurre con los parques como el Rathaus Park (el parque del Ayuntamiento). Nuestro consejo; guarda la cámara, siéntate en uno de los cafés que presidan alguna de las plazas y disfruta de un día cualquiera en la capital austriaca.

3-. Palacios y jardines imperiales

Entre uno y otro enorme edificio toparás con un tercero al fondo.
Mires donde mires, habrá imperio, zonas verdes por las que paseaban y criaban a sus hijos emperadores y emperatrices y, claro, palacios. El de Hofburgo desmerece por la explanada que lo antecede pero, si tienes que apostar por uno, hazlo por el de Schonbrunn, cuyos jardines son gratuitos y te robarán -mejor dicho, te harán invertir- un par de horas, a las que tienes que sumar los interiores del lujoso palacio si es que gustas de visitarlos.
El palacio de Schonbrunn es más llamativo por sus jardines que por su fachada,
discreta comparada con otros edificios.

Los edificios son imponentes estructuras que repiten patrón imperial.
 No es el único edificio de corte imperial y de altivez arquitectónica: de hecho, los más y los menos conocidos repetirán este tipo de patrón. Véase el Ayuntamiento o la Ópera. Puede resultar algo repetitivo una vez paseas 15 minutos por la ciudad pero, sin duda, es digno de aplauso la mano del hombre en cada detalle y cada edificio, como para no admirar los grandes palacios y los jardines cuidados exquisitamente. 
No olvidemos la catedral que, aunque las obras desmerecen, repite carácter imponente del resto de la ciudad.

4-. Una noche en la Ópera


El título del famoso disco de Queen definió también nuestra mejor velada en Viena. La Ópera Estatal es de visita obligada tanto por su mayestático aspecto como por sus elegantes interiores, visitables en días de función sólo en el hall principal si careces de entrada. Fuimos afortunados y nos hicimos con un par de ellas -las puedes conseguir desde 15 euros en su página web, que puedes encontrar más abajo, hasta lo que te quieras gastar en los palcos-. 

Amplia y sorprendente por dentro y por fuera, ir a la Ópera es apostar por el plan más elegante de Viena.
Esa noche, pues la programación nunca es la misma de un día a otro y sí repite calidad en cada una de las materias que toca, fue el turno de la danza y el ballet "Forsythe | van Manen | Kylián". Y descubrimos que, algo que a priori habríamos rechazado, encanta y llena el alma igualmente cuando posee tanto talento.

Más de 30 bailarines protagonizaron sucesivos
números durante más de 2 horas. Foto:

Wiener Staatsballet / Ashley Taylor.

Hablamos de una de las óperas no sólo con más historia sino con mejor presente del mundo, donde talento de todas las partes del mundo llama a las puertas en busca de una oportunidad de subirse a su prestigiosa tarima. Con un precioso patio de butacas y unos palcos propios de Pretty Woman -cuando ya está acompañada por Richard Gere, no antes-, lo que no sucede encima del escenario es ya un espectáculo. No dudes en consultar su programación y tratar de hacerte con una entrada de manera previa a tu visita para, así, una vez te encuentres en Viena no dediques un sólo minuto a hacerte con una entrada y huyas de posibles reventas o compras con comisiones absurdas. Pero una noche en la Ópera se convierte en LA noche de Ópera si hablamos de la de Viena.

5-. El miedo divertido del Prater


Un día, una tarde o una noche en el Prater redondearán tu visita a Viena.
Lo decimos en cada reseña que escribimos sobre diferentes parques temáticos: nos gusta pasar miedo. Y a diferencia del Tivoli de Copenhague, que mantiene el sabor del parque temático más antiguo de Europa pero peca de atracciones desfasadas, el Prater se mantiene a la última con diversos recorridos que adelantan su gran variedad y calidad: el Tour Adrenalina, el Tour Terrorífico, el Tour infantil... hay tantas atracciones como perfil de usuario de parque de atracciones y, claro, posee algunas que gustan a todos. Véase su famosa noria, una de las más antiguas del viejo continente, de menor altura que la de Londres pero que premia igualmente con unas notables vistas de la ciudad, si bien no del casco antiguo debido a su lejanía.
Así luce el Prater desde la noria. Y tooodo lo que no se ve...

Menudo fiestón tenían montado con motivo del Oktoberfest.
Los vieneses saben divertirse.
Pero pasear por el Prater es hacerlo por una combinación perfecta de los parques añejos con las ferias de barrio con toque norteamericano y una modernidad en lo que a entretenimiento mecánico se refiere. Sus sillas voladoras y la citada noria conforman el aspecto tradicional y de altura mientras que el "tirachinas" -ese del que, en otras zonas del mundo, hay vídeos de gente desmayándose, volviendo en sí para desmayarse de nuevo durante el mismo viaje- y otras montañas rusas son tan bestiales que te preguntarás si realmente no estás en un parque recién inaugurado. Para rematar, fiestas y eventos temáticos que se van alternando a lo largo del año, como el Oktoberfest que pudimos vivir con germanos vestidos para la ocasión entregados a conciertos de música popular alemana, y la oferta gastronómica. 

Una tablet, un número y tu comida llegará en cuestión de minutos
por los raíles.
Sin escoger el restaurante de mayor calidad, sí optamos por uno que encontramos tremendamente original: el Rollercoaster donde la comida se encarga a través de una tablet en tu mesa, previa indicación del número bajo el que quieres que te llegue la comanda: bastará con esperar y a través de unos pequeños raíles que imitan a las montañas rusas llegará tu pedido a cuentagotas pero de manera muy rápida. Eso sí, hablamos de comida rápida como hamburguesas, patatas fritas, dulces y unos espaguetti boloñesa que, contra todo pronóstico, sorprendieron gratamente. Pero la "tontería" de ver cómo tu comida se lo pasa pipa antes de llegar a tu paladar merece la visita.
Los espaguettis boloñesa resultaron mucho mejores de lo esperado. Igual que los postres.
Si tienes tiempo, más allá del Prater, unos 2 kilómetros al noreste, está el estadio donde España ganó su segunda Eurocopa, primera de la "era contemporánea" del fútbol, e inicio de los mejores años de nuestra Selección. ¡Cómo no quererte, Viena!

*Más información en 
https://www.wien.info/es , https://www.praterwien.com/en/home/ y https://www.wiener-staatsoper.at/en/

Jesús Clemente Rubio