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Guía La Palma II en familia: La isla que nos recuerda lo que de verdad importa

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Potentes y deportivos vehículos aparcados enfrente del lujoso y popular enclave donde dejarse ver, pomposas y prohibitivas prendas colgadas en el armario, más y más dinero, poder y responsabilidad laboral, querer desbordar la agenda en aras de hacer cuanto más, mejor al cabo del día... todo lo que creímos fundamental para triunfar y gozar de la vida lo ha borrado, de un plumazo, un pequeño y dañino bichito con un letal ataque llamado COVID. Y nos ha obligado a reiniciar nuestra prioridades, a apagar y volver a encender el foco de las cosas importantes para darnos cuenta de que, quizá y dependiendo de los casos, habíamos dejado a oscuras la senda de lo que de verdad importa. Para los que pensáis que no había otra forma de educar a nuestros sentidos para que vuelvan a sentir de verdad, os dejamos un enlace recordatorio de que hay personas y lugares que posibilitan instantes y momentos únicos, inolvidables y que, a diferencia del Ferrari, el Gucci o el cargo, jamás sufren deterioro y dejan una de esas experiencias que hacen que la vida valga la pena. Ahora más que nunca, agarrémonos a ella. Ahora más que nunca, visitemos La Palma.


La Palma dejará una imborrable huella en ti y los tuyos.

Antes de comenzar, seguro que apreciaréis saber que La Palma es uno de los destinos más seguros del mundo y, en el momento en que estas líneas son escritas, cuenta con un solo caso activo de COVID, sin olvidar que se encuentra en el "semáforo verde" de Europa. Ahora sí, y tras el molesto pero necesario monotema, sed bienvenidos a un paseo por los orígenes. Aquellos que, muy equivocados, creemos que hay que dejar atrás para progresar en la vida, cuando en realidad han de ser nuestro punto de partida para que cada día sea mejor que el anterior. Apenas llevas unos minutos en La Palma, te percatas de que asfalto, cemento, ladrillo o cristal no te representan, y son los elementos más básicos los que, con invisible e inexplicable conexión, te enriquecen y llenan más de lo que creías. Es un retorno a lo que somos, una vuelta a los orígenes a través de la naturaleza.

Tu primer encuentro con la Cumbrecita será todo un flechazo. Con o sin nubes.

Vuelta a los orígenes en La Palma: tierra

Que La Palma es un epicentro del senderismo quizá no os pille por sorpresa si ya leísteis nuestra primera crónica viajera de la Isla Bonita, pero siempre merece la pena recordaros que este pedazo divino de tierra no es sólo los lugares marcados en negrita en los mapas y guías, es también el viaje hacia ellos. Ya sabéis, aquello de "no es el viaje, sino el destino" aquí gana fuerza pues escojas el punto cardinal que escojas para dirigirte con tu vehículo, toparás en el camino con un festival de formaciones rocosas, colores y paisajes con más contrastes que cualquier televisión QLED que añores comprar el próximo Black Friday.


Déjate conquistar por la travesía hacia tu enclave elegido para disfrutar cada jornada.


Muestra de ello continúan siendo los recovecos que encontramos hasta llegar al Mirador de la Cumbrecita, donde curvas de escarpadas montañas que parecen a punto de caer sobre tu cabeza se alternan con otras tras las que aguardan un valle y panorámica que reabre el ángulo para tu cámara y, lo más importante, tus ojos y memoria. 

Una inquieta y activa niña de 3 años disfrutando y entregándose a la naturaleza.
¡Cuánto tenemos que aprender de ellos!

La felicidad te invadirá al certificar, llegado ya al Mirador y completada una de las rutas -la más corta y asequible es la de Lomo de las Chozas- que recorrer los senderos de la Cumbrecita con el crepitar de las hojas bajo tus pisadas o el silbido de los árboles al compás del viento es todo lo que necesitas para sonreír y dar por buena tu visita. 

La fortuna quiso envolver nuestra visita en un atractivo mar de nubes espantando a los que
temían posibles lluvias; el resultado es que estuvimos solos durante hora y media de ruta.



Tómate tu tiempo y siéntate en uno de los bancos, integrados en la naturaleza, repartidos por la ruta para conversar sin palabras con lo que tienes delante. 

Nada importa cuando te sientas a contemplar estampas como ésta.

Idéntica sensación experimentarás si subes algo más, no en el mapa sino en altitud, hasta el indispensable Roque de los Muchachos. Esta vez el tiempo no nos acompañó para divisar el mar de nubes que sí pudimos ver en nuestra anterior visita a La Palma, y del que te adjuntamos una muestra, pero el recorrido -con una carretera plagada de curvas pero perfectamente apta para todo tipo de pasajeros, incluso los que se marean... simplemente, tómatelo con calma- nos sirvió para recordar la variedad paisajística que nos acompaña en la hora y cuarto de media que nos separa de esta obligada visita. A medida que ganamos altura y perdemos de vista los núcleos poblacionales gana fuerza la vegetación autóctona y la montaña para, más tarde, dejar paso a formaciones arcillosas que, si bien sorprenden aún más con un azulado cielo, tienen un encanto especial con el manto blanco de los días nublados. 


En el inicio de tu ruta hacia El Roque de los Muchachos predominarán la flora y 
los paisajes volcánicos canarios. Después, será turno de la arcilla y las nubes.



Cuando alcancéis el famoso Roque de los Muchachos la admiración y los gestos boquiabiertos se sucederán para después dejar paso a otro de esos instantes y momentos que todo lo ocupan sin quitarte espacio en la maleta en tu viaje de regreso. Cuando un palmero te diga que ama su isla, ésta será la primera razón que te vendrá a la cabeza para explicar el por qué.

Si el pronóstico del tiempo arroja nubes al este de la isla, prueba a atravesar este túnel y háblanos
del radiante sol que espera al otro lado. También funciona en sentido inverso.

Lo mismo te ocurrirá si te diriges al oeste de la isla y, "túnel del tiempo" mediante, que ciertamente cambia de manera radical el cielo de uno y otro lado, llegarás a los Llanos de Aridane, Puerto Naos y Tazacorte. No creas que atentamos contra la esencia del reportaje mencionando enclaves urbanos, más bien al contrario; lo que hacemos es aplaudir la sublime manera que tienen los palmeros de integrar progreso y desarrollo con tradiciones, costumbres y entorno. El paseo familiar por los Llanos es menester para desengrasar una jornada de naturaleza y playa y llenar el buche en uno de esos restaurantes fieles a la esencia que impregna estas líneas y a ingredientes de kilómetro cero, El Duende de Fuego, del que daremos cuenta en la inminente guía "Comer, desplazarte y dormir en La Palma".


Prueba a pasear sin rumbo por el centro de los Llanos de Aridane. Recompensa asegurada. 


Una y otra vez oirás hablar de los contrastes de La Palma, del microcontinente que es, y lo comprobarás en otro de los itinerarios que has de completar. Dirigiéndote al noreste y norte pelearán por colarse en tus lugares "top" algunos de los mejores rincones de la isla, como la colorida y alegre capital, Santa Cruz de la Palma.  

Santa Cruz de la Palma reúne coloridas fachadas, amplia playa y paseo marítimo y coquetas
calles para disfrute de toda la familia.

Enseguida el mapa te indicará que estás a la altura -no dudes en desviarte- del frondoso y embriagador Bosque de los Tilos, donde llegamos al atardecer, sin esperar a que se nos cerrase la noche en él, y obtuvimos como premio una experiencia familiar única de silencio -el que nos dejó la nena ;)- y reconciliación con la Madre Naturaleza. En nuestras historias destacadas de Instagram encontrarás un vídeo que recoge lo descrito sobre este bosque de laurisilva.

 
No olvides recorrer el asequible sendero hasta la cascada del Bosque de los Tilos. Más o menos
caudalosa, supondrá un hermanamiento con la naturaleza para toda la familia.

Si continuamos aparecerán las piscinas naturales de Charco Azul (temporalmente cerrada por la crisis sanitaria) y La Fajana, con La Gaviota Restaurante como testigo y del que también te hablaremos en la próxima guía; y un inolvidable e intrincado camino con kilómetros de plataneras por escolta, que sirvieron para explicar a nuestro retoño que los plátanos no crecen en las estanterías del Mercadona sino en la tierra y gracias a la plausible labor de los que la trabajan. 

Si la crisis turística no se ha cebado con La Palma como con otras islas canarias ha sido,
en parte, gracias al cuidado y esfuerzo palmero por mantener su sector primario. 

El Faro Punta Cumplida reconstruido en lujoso hotel remató una jornada en la que asfalto, fauna, flora, mar, cultivos y construcciones humanas resumieron en un puñado de kilómetros el destino único y completo que es La Palma.

Vuelta a los orígenes en La Palma: mar

Dejadme que os cuente algo. Tras finalizar una extraordinaria comida en La Gaviota Restaurante y con La Fajana recibiendo en sus piscinas naturales espuma y agua del mar, estuve durante unos minutos observando y pensando desde el mirador del local mencionado. 

La Fajana es una de las dos piscinas naturales -actualmente, y debido al COVID, la única
abierta y sólo los fines de semana- presentes en La Palma.

Y entonces bailaron en mí cifras rescatadas de revistas, documentales, libros de texto y hasta Trivial; somos 60% agua, el 1% de nuestras lágrimas es sal, creciendo hasta el 3,5% en el caso del agua del mar. Somos agua, somos mar y, aunque en la mayoría de las ocasiones no escuchemos a nuestro cuerpo ni tampoco lo que le gritan desde fuera, allí volví a percatarme de que siempre que estoy cerca del mar se establece un diálogo que no entiendo, pero sí siento. La Palma no sólo recompensa al viajero con dos enclaves únicos en forma de piscinas naturales como la propia Fajana y Charco Azul, sino que combina playas de roca y volcánica arena negra dando como resultado espacios para gozar mucho más que los castillos de princesas construidos con tu pequeña -"y muy graciosos, ¡son negros!"-, sino del enésimo instante a guardar en el álbum de nuestras vidas.


¡Qué sería de unas vacaciones madrileñas sin playa! Pero aquí todo adquiere un matiz más
enriquecedor... sin perder la lógica diversión.
 
Nada te descubrimos si te decimos que haya más o menos turismo jamás verás atestadas las principales playas de La Palma, pero quizá te ayude saber que los más pequeños pueden divertirse en una pequeña área infantil en Santa Cruz de la Palma o, mejor aún, una suerte de lago natural que encuentras aproximadamente en la mitad de la playa de Los Cancajos (véase foto de portada del artículo). 

El pequeño lago que se forma en la playa de Los Cancajos luce agua cristalina.

Unido al refugio que otorgan las rocas frente al viento este rincón está llamado a convertirse en el favorito de muchos... y que pocas guías recogen. Pero así somos ;). Pocas más novedades podemos aportarte respecto a las playas de La Palma porque el tiempo nos lo impidió pero, de nuevo, puedes encontrar más información en nuestra "Guía La Palma volumen 1".

Vuelta a los orígenes en La Palma: aire

En el enlace recién mencionado también os hablamos de Ad Astra y el cielo de La Palma, que es el mismo que el de Madrid y el de todos los terráqueos, pero nos parecerá el más hermoso por la cantidad de detalles que en él se pueden apreciar. No obstante, La Palma es uno de los mejores lugares del mundo para la observación de estrellas y así volvimos a comprobarlo con la última e ingeniosa idea que tuvieron las instituciones dentro del festival Astrofest La Palma 2020. "Apaga la luz y enciende las estrellas", titularon, y a las 10 de la noche procedieron a apagar toda fuente de luz en varios municipios disparando en ese momento el impacto de apreciar en la oscuridad, y en toda su magnitud como cantaban Los Miserables, las estrellas. Existe de hecho un itinerario específico que recoge los numerosos miradores astronómicos repartidos por toda la isla y que tendrán en breve su cénit con el flamante centro de visitantes en el Roque de los Muchachos, plagado de gigantescos telescopios. Seas o no un amante, como un servidor, del Astronova en tu más tierna infancia, la comunión con el más desconocido de los planos del mundo que conocemos, el cielo y espacio, te aguardan en el mejor destino del mundo para el Astroturismo. Y aprovechamos para recordarte que, más allá de la estampa nocturna, los numerosos miradores palmeros permiten al visitante disfrutar desde las alturas de la singular belleza de la isla.


Miradores como el de Breña Baja se cuentan por decenas en La Palma. Por la noche,
dejamos de mirar al suelo y dirigimos nuestros ojos al estrellado cielo.

Si en nuestra primera incursión en la isla bonita el destino satisfizo nuestras ansias viajeras, en tiempos de COVID y ya con la familia más amplia la experiencia ha sido todo un redescubrimiento. Al igual que La Palma, somos complejos seres hechos de las cosas más sencillas; tierra, mar y aire. Por eso todos somos un poco La Palma, por eso La Palma está en cada uno de nosotros. 

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Jesús Clemente Rubio