Valverde cambió la cara al partido. Su marcado carácter ofensivo se notó en un Madrid que salió con muchas ganas de morder y lo hizo en tres ocasiones. Aunque Vinicius siga buscando definir en los últimos metros con lo que brilla en los 30 anteriores. Aunque Ramos continúa de baja. Este Madrid lo quiere todo y no se va a rendir hasta que las matemáticas lo digan.
Fede nos encanta, y también Vinicius. Uno por la izquierda y otro por la derecha arrastran laterales, centrales que acuden en su ayuda y ello allana el camino a un Benzemá que, con tiempo y metros, es letal en la creación o culminación de la jugada. Dos sustos en apenas ocho minutos vaticinaban que, tan pronto se abriese la lata, llegarían más. Y fue todo el equipo el que tejió una jugada de equipo al borde del minuto 20 que Kroos terminaba sirviendo en bandeja al goleador francés que, con clase y el interior, inauguraba el marcador.
Pocos minutos después llegaría el fallo a puerta vacía de Vinicius, enmendado por sus participaciones y porque el mismo doblete protagonista del primer gol repetía el segundo en el minuto 29. Esta vez Benzemá ajustaba al palo. Casi con los deberes hechos para enfilar la caseta, un balón parado rematado con calidad por Mina, muy solo, reducía distancias. Pero el Madrid no daba la sensación de perder el partido... y si Aspas aparecía, también Courtois para despejar el peligro. Estamos ya en la segunda mitad donde Vinicius, dejando atrás un puñado de defensores, no consiguió centrar ni encontrar un rematador cómodo... entraba entonces, allá por el 70, Asensio por un Kroos amonestado, dejando a Valverde en el centro.
Y entonces el Celta topó con la cabeza de Casemiro que, a falta lanzada por Aspas, consiguió despejar el esférico y llevarlo a estrellarse con el palo. Fue el aviso definitivo de que los tres puntos se marchaban por Madrid, materializado en el 90 con Benzemá esta vez como asistente y Asensio, que buena falta le hacía, ejecutor.
Jesús Clemente Rubio