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El Teatro Arlequín sigue homenajeando a Frozen con Los Sueños de Elsa

 


Seguro que habéis oído hablar de ello. O lo habéis visto anunciado. O ambos. Los Sueños de Elsa es una de las obras más recurrentes del Teatro Arlequín, un espacio que se caracteriza precisamente por su constante renovación en la cartelera en aras de diversificar oferta y satisfacer a todos los perfiles del público madrileño. Pero si este tributo a Frozen siempre regresa, mejor dicho, jamás se fue, es porque el usuario sigue demandándolo. Ya sea por el boca a oído o por el lógico interés que suscita su temática, son tantas las personas satisfechas que lo han visto como las que restan por hacerlo, así que el teatro tiene a bien reprogramarlo. Con esta premisa, en otiuMMadrid teníamos sobradas ganas de asistir y comprobar si la obra está a la altura de su título, género y personajes. Y comprobamos que el desarrollo y la calidad interpretativa de Los Sueños de Elsa replica con creces la demanda, las opiniones, el título y el género de una obra llamada a convertirse en referencia familiar de las tablas madrileñas.

Ya desde la introducción la obra de DATASA, de guión sencillo y dinámico obra de Jose Antonio Feito, muestra a los niños la necesidad de primar los libros a esos "aparatos electrónicos que también tienen enganchados a los adultos". No rechaza la tecnología, pero aboga por cuidar de una convivencia que impida la extinción de algo tan hermoso, didáctico y fantástico como es el sumergirse en las páginas de un buen libro. Y uno de esos buenos libros, quizá de los más importantes, cae en manos de Elsa, a quien El Hada Madrid le encarga ser custodia y salvaguardar los cuentos que contienen sus hojas. Pero su hermana Ana, inquieta por naturaleza, toca lo que le han pedido que no toque y desparrama todas las hojas por lo que, o las ordena, o los cuentos que contiene se perderán para siempre. 

Ahí que llegan Olaf y Kristoff al rescate para descubrir que la única forma de reordenar los cuentos es ser parte de ellos con Elsa adoptando un rol protagonista y, claro, entonando convenientemente la correspondiente canción. Así que hablamos de un recorrido por cuentos y canciones Disney en el que los intérpretes hacen justicia a las melodías y voces que todos tenemos en mente con una puesta en escena que sabe introducir la interacción con el público y el baile en ajustadas dosis. Seguro que echaréis de menos algún cuento o canción, con un dedo no se tapa el sol y con 75 minutos es imposible repasar todo el repertorio de la Fábrica de los Sueños, pero también tenemos la certeza de que no os sobrará ninguno de los números. Claro que hay favoritos, sin destriparos mucho os diremos que cierta pareja animada nos regala también aquí un momento mágico, pero nos quedamos con la capacidad de dinamizar la obra y encajar cada número siguiendo el hilo conductor y la premisa de ordenar las hojas perdidas. 

Humor nada pretencioso y que enseguida conecta con niños y adultos y pasión en cada minuto completan un espectáculo que quizá parte de Disney pero en ningún momento se agarra a la inercia y poderío inherente a la compañía y lo convierte en sólo una excusa, un contexto, donde premiar al asistente con talento musical (hablamos de actores con recorrido en el género como Francisco Pacheco e incluso de profesoras de canto como Nayara Feito) e interpretativo. Y eso es lo que más apreciamos, el escapar de la tentación de poner todos los huevos en la cesta de Disney y saber convertirlo en sólo parte de una obra que es mucho más gracias a dirección, guión, interpretación, iluminación y demás piezas fundamentales de la misma. En principio la obra está programada hasta finales de noviembre pero, con la Navidad a la vuelta de la esquina y la aceptación que comprobamos in situ que tienen, apostaríamos un puñado de cuentos fantásticos a que seguirá en cartel... mucho más allá.

Más información en https://teatroarlequingranvia.com/eventos/los-suenos-de-elsa-tributo-a-frozen/

Jesús Clemente Rubio