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Séptima renueva sus siete pecados capitales

Ya te hemos hablado en anteriores ocasiones de Séptima Restaurante en sus modalidades de desayuno y también comidas o cenas a la carta. Pero en ocasiones topas con locales cuyos chefs huyen de regodearse en lo que funciona, de dar por bueno lo que a todos parece sobresaliente... y quieren y buscan más. Javier Mora es uno de ellos y por eso retoca los siete pecados capitales del restaurante Séptima introduciendo un tratamiento extraordinario del sushi y la reinterpretación de platos clásicos y novedosos hasta el punto de desafiar al lenguaje. Mejorando lo inmejorable. Perfeccionando lo perfecto. Cenar en las alturas de Madrid es sólo el principio... lo divertido -y delicioso- es pecar. Pequemos.



No has comido una ensaladilla rusa ni unos huevos rotos como los de Séptima.

Y comencemos a hacerlo con unas gyozas que ya en la textura sorprenden por el crujiente heredado del limón tostado. Es la envoltura que abrocha los langostinos y crema de marisco del interior y que vaticinan una experiencia culinaria diferente. Como diferentes son los clásicos huevos rotos que aquí se salpican de gambones y todo ello sobre una cama de patatas paja que despojan al plato de la pesadez de la interpretación tradicional. Ojo al regustín que deja el ajillo al limón. La ensaladilla rusa cremosa con camarones fritos y puntilla de huevo culminan una terna de entrantes capaces de satisfacer a cualquier comensal sin necesidad de esperar a otros pases y principales. 

El tratamiento del sushi y resto de comida asiática es sublime.

Esos otros pases se centraron en el sushi, con una degustación de tres de las referencias disponibles de nigiri con el de lubina notable, el de atún rojo sobresaliente y el de salmón flambeado con lima de merecida matrícula de honor. El punto del arroz, el sabor de cada ingrediente, la cantidad... todo es perfecto. Idéntica lectura de los Uramaki de lubina con un punto cítrico de mandarina que revoluciona el bocado. Entenderéis que a estas alturas tuvimos que quedarnos con las ganas de la hamburguesa Wagyu -de embriagador aspecto- o el rodaballo, pero hay que saber decir basta a tanto placer porque el hueco es finito. Y el restante queríamos destinarlo a los postres. Sabia elección. 

Las tartas caseras son deliciosas. 

La tarta de zanahoria esquiva el tentador uso excesivo de crema en favor de un bizcocho de excelente factura. Pero es la de praliné y chocolate, siendo como somos amantes del derivado del cacao, la que redondeó nuestro pecaminoso banquete para reafirmar a Séptima como uno de los restaurantes más recomendables de la capital. Y en un local, ubicación y atmósfera memorables. 

Más información en https://www.onlyyouhotels.com/hoteles/only-you-hotel-atocha/gastro-spaces/restaurante-youniverse/


Jesús Clemente Rubio