La globalización nos trajo también numerosas tradiciones y folklore local de todos los rincones del mundo que, con mejor o peor tino, hemos sabido adaptar y hacer nuestras. Halloween es una de ellas, 'Thanksgiving' no… hasta ahora. Ginza, un viejo conocido de estas líneas, reinterpreta la cena de acción de gracias acompañando a su trabajado buffet y las novedades del mismo con un plato de gala para la ocasión. Tras atreverse con los dumplings de morcilla, por poner un ejemplo, Víctor Camargo echa el resto dotando de buena vibra asiática a tradición tan estadounidense. Have a Happy Thanksgiving at Ginz!
Son recomendables varios nigiri, pero brillan los de vieira. |
La mención anterior a los dumplings no es casualidad. Es una de las novedades de un bufet que nos atrapó la primera vez y en esta ocasión, amén de los nigiris con pescado delicioso, reafirma su calidad con estas tapas chinas rellenas de morcilla de cremosa textura sin abandonar los de pollo con barbacoa o el pastel de luna de postre, un pequeño pastel loto relleno con crema de huevo y de adictivo sabor . Los nigiris de viera y foie siguen siendo nuestros favoritos, no en vano sólo tenemos permitido consumir uno incluido en el buffet teniendo que abonar el resto, pero hay suplementos que lo merecen. Como el protagonista del artículo de hoy. Porque el pato relleno con espuma de ciruelas guisadas en vino chino y Demi glacé del juego asado a las 5 especias, sólo por cómo se presenta sobre el papel, merece que aterrice en el paladar. Hay que sumar 3 euros a los 33,50 que cuesta el bufet, pero la Cena de Acción de Gracias se celebra sólo una vez al año y dicho suplemento no sólo no hará daño, sino que te dará una excusa más para volver a Ginza.
Nos encantan las tapas chinas. Rellenas de pollo o de morcilla, tanto da. |
El Pad Thai nos supo mejor que nunca. Broche final para el pastel de luna. |
El local estaba lleno, el comensal satisfecho, pero Ginza no
se duerme en los laureles y continúa en su búsqueda constante del más y mejor.
El Día de Acción de Gracias es sólo otra excusa.
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Jesús Clemente Rubio