Ir al contenido principal

Visto en Cinesa: Buffalo Kids, o la capacidad (y discapacidad) que todos tenemos


Imposible imaginar lo duro que tuvo que ser para Pedro Solís García dirigir una película donde uno de los personajes es un sentido tributo a su hijo Nico, aquejado de parálisis cerebral, y que falleció a los 16 años. Un ejemplo de lucha para todos, los que la padecen y los familiares de aquellos, además de dejar claro que, como dijo Paul Hogan en cierta película, "yo ahí sólo veo un hombre sentado en una silla de ruedas, no un discapacitado". Todos tenemos algún tipo de discapacidad o menor capacidad para realizar ciertas cosas, que intentamos suplir con aquello que poseemos en abundancia, al igual que hace el resto. Cierto es que algunos necesitan un empujón dado que una parálisis cerebral te impide expresar y moverte como requiere la comunicación verbal y no verbal pero, como vemos en la película, también se puede hablar con los ojos, los gestos y, sobre todo, con el corazón. En Buffalo Kids un puñado de niños huérfanos y en busca de algo tan justo y lógico como una familia se embarcan por el camino en una aventura americana que les mezcla con bandidos, discapacitados y de humanidad reducida, buenas personas y, claro, búfalos. Donde quiera que esté Nico, querido Pedro, estará sonriendo si no con la boca con el alma y corazón. 

Sonriendo porque la película explora varios campos de la infancia de una manera realista pero sin entrar en pesadumbre, optimista pero sin caer en el idealismo utópico. Dos hermanos irlandeses -que, por cierto, también muestran lo que es tener un hermano o una hermana, amigos lo primero- llegan a Estados Unidos tras la muerte de sus padres y ven como su tío no ha acudido a la estación para recibirlos, así que les tocará ingeniárselas para atravesar el país de costa a costa en su busca. Un vagón cargado de niños huérfanos que van a conocer a sus familias adoptivas se les antoja la mejor solución y ahí conocen a Nick, un niño con parálisis cerebral que le tiene inmovilizado casi todo el cuerpo. Avatares del viaje les dejan a los tres en medio de llanuras americanas en búsqueda de una familia, el tren, el tío y aventuras, al fin y al cabo son niños. Por el camino, unos bandidos que se hacen con el tren, indios que, una de tantos buenos mensajes de la película que parafraseo, "tienen la culpa de todo, incluso de lo que no han hecho" y otros personajes que sirven como contrapunto a la mayor discapacidad que una persona puede tener: carecer de humanidad. 

La película es rápida, variada, no abusa del clásico mensaje de diferentes pero iguales y no convierte a la persona con discapacidad en el centro de todo, sino en uno más... como así habría de ser fuera de la ficción. Vaya por ti Nico, y por tantos Buffalo Kids aquí y allí arriba. 

Fuera de la película, recomendaros verla en el cine porque LA MÚSICA ES FANTÁSTICA y, junto a la imagen y el mensaje, se cuela bajo la piel. En nuestro caso fuimos al Cinesa Heron City de Las Rozas ya que Buffalo Kids lleva un tiempo en cartelera y ya la han retirado de muchos sitios, así que daos prisa y disfrutadla como merece.

Más información en https://www.cinesa.es/peliculas/buffalo-kids/HO00001417/

Jesús Clemente Rubio