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Guía Islandia en 4 días: Costa Sur, Círculo Dorado y Reikiavik

Utilizamos Islandia como refugio para el largo vuelo que nos esperaba a Nueva York. Puestos a viajar con Play Airlines como hicimos y a cumplir con sus horas de escala aeroportuaria, optamos por la opción de Stopover que la compañía facilita para, por el mismo precio, pasar hasta 10 días en el país nórdico. Le dedicamos cuatro, suficientes para llevarnos una extraordinaria impresión de él, suficientes para querer repetir y seguir explorando la tierra de hielo y fuego. Reikiavik, Costa Sur y Círculo Dorado, o la guía por lo imprescindible en tu primera -y corta- visita a Islandia.

City Sightseeing, la mejor opción para moverte

 Una vez más, optamos por este servicio (enlace aquí) para nuestra visión generalizada del lugar y posterior elección de apearnos del autobús y explorar a conciencia aquello que más nos llame la atención. En la capital islandesa no fue para menos: una sola ruta, 15 enclaves y una generosa frecuencia de paso hizo de este autobús turístico, una vez más, la mejor opción para desplazarse por las calles de Reikiavik. El único pero, extensible a tantos otros ámbitos de la vida en muchas ciudades europeas, es que el servicio finaliza pronto, a eso de las 5 y media de la tarde, pero madrugando como también exigen los ritmos aquí tendrás tiempo más que de sobra. Utilicemos sus paradas para dar cuenta de la riqueza turística de Reikiavik.


La mejor opción para desplazarte con primera parada en ese gigantesco edificio que asoma.
El Harpa Concert Hall.

El Harpa Concert Hall y el Old Harbour visten el extremo noroeste de la capital del encanto que tienen todas aquellas ciudades con agua, ya sean atravesadas por un río o a pie de mar. Es lo que ocurre en Reikiavik con el imponente edificio de conciertos a un lado y el paseo marítimo salpicado de rocas de diferentes tamaños bañados por un intenso azul al otro y vistas a islas a lo lejos. Hablamos, sin duda, del punto de paz y reflexión de la capital y donde conviene recorrer unos cuantos metros de dicho paseo para descansar la vista y desplazarte, una vez termina éste, al viejo puerto donde hay un par de atracciones turísticas que nosotros esquivamos, el show de Lava y el museo de ballenas, llamándonos poderosamente la atención sólo el segundo. Si hubiéramos invertido el sentido de nuestra marcha continuaríamos por el paseo marítimo hacia el norte y noreste de la capital alcanzando el monumento "Viajero del sol", una suerte de embarcación nórdica a pie de mar, y la Hofdi House, allí donde terminó la guerra Fría o al menos se dio el primer paso con la Cumbre del Reikiavik entre el secretario del Partido Comunista, Mijaíl Gorbachov, y Ronald Reagan, presidente de los Estados unidos. En su interior las banderas de ambos países cruzadas celebran los acuerdos tomados en aquella reunión.




El paseo marítimo conduce, en una de las direcciones, hasta la Hofdi House. 

Terminando en el noroeste de la capital y antes de adentrarnos hacia el centro hallaríamos la parada para cruceristas, sólo habilitada en verano, pero es en la de Laugardalur Valley donde encontramos una de las principales atracciones de Reikiavik aupada por locales y de tradición secular... algo tan simple y a la vez tan llamativo como las piscinas municipales. Aquí hablamos de vastas instalaciones muy bien preparadas en las que numerosos vasos pequeños, amén de una piscina de tamaño olímpico, son escoltadas por tubos tipo parque acuático y elementos para los más pequeños, como toboganes y rampas de menor tamaño, abiertas TODO EL AÑO. Obviamente nosotros no nos atrevimos con temperaturas cercanas a los cero grados y fuimos en los últimos coletazos del verano con 9 grados a la sombra y, aunque el peligro de resfriarse siempre está ahí, es toda una aventura conocer una costumbre local como es ir al vestuario, desnudarte por completo para una primera ducha interior, calzarte el bañador y meterte en uno de los vasos con aguas de hasta 45 grados. Te sorprenderás yendo de un vaso a otro o incluso subiendo las escaleras para alcanzar la cima del tubo deslizante sin ya notar frío alguno, integrado por completo como un islandés más. Laugardalslaug fue nuestra elección y acierto, por 7 euros toda una mañana (puedes estar todo el día) de confort y diversión para todas las edades.  Nota a pie de página: importemos, por favor, las máquinas secabañadores. Tremendamente útiles, rápidas y de uso muy sencillo. Tras una también recomendable visita al Museo de la Naturaleza Interactivo Perlan, en el que no nos adentramos pero sabemos que niños y adultos echan las horas y con la recompensa de una panorámica extraordinaria de la capital, nos metemos en miga urbana.


Hallgrímskirkja o la innombrable catedral que no es tal

En Reikiavik hay dos catedrales, la de Cristo Rey y la Catedral de Reikiavik sin más, de la que luego hablaremos. Pero de la que ahora nos ocupamos, aunque informalmente y en el imaginario común se le conoce como la Catedral de Reikiavik, en realidad es una iglesia de nombre complicado y estructura majestuosa. Hallgrímskirkja, de rito luterano, alcanza los 412 metros de altura y el hijo de Erik el Rojo la vigila desde su escultura ubicada justo enfrente. La explanada es genial para fotografías, paseos y desfogue de los más pequeños...tanto es así que unos columpios improvisados cercanos despejan la costa de los pequeños diablos mientras te dedicas a inmortalizar el momento. 



De la 'Catedral de Reikiavik' a la calle más
animada de Reikiavik.

Desde aquí lo más aconsejable es descender caminando por la calle del Arco Iris, Skolavordustigur, llamada así por los colores pintados en el suelo que evocan dicho fenómeno y que sirve como puerta de entrada a nuestra calle favorita de toda la capital, por su buena vibra, ambiente 'cool' y heladerías -otra de las tradiciones locales islandesas junto a las piscinas municipales-, restaurantes y demás tiendas. Sobre la comida, por cierto, lo mínimo que encontrarás en las cartas serán las 3000 coronas islandesas, unos 15-20 euros. De ahí para arriba en cualquier plato y referencia, así que prepara cartera. Y volviendo a los helados, verdaderamente son maestros del mismo y Eldur Og Is así lo dejó claro con gigantescos helados que remataban la fotografía en la calle del Arco Iris. 

 

De arriba abajo: explanada a los pies de Laekjagarta, catedral y lago Tjörnin.

Pero hablábamos de que Skolavordustigur sirve de entrada a la vía más colorida, alegre y trendy de la capital: Laugavegur. Mires donde mires, te atrapará su encanto y te embriagará el ambiente y decoración de sus tiendas, con local navideño los 365 días, trabajados murales en las fachada y un flujo constante de personas sin llegar a convertirla en las multitudinarias calles famosas de Europa. Un placer pasear por sus aceras y carretera con carril preferente para familias -¡qué gozada!- detenerte en sus coquetas cafeterías o adquirir algún souvenir en unas tiendas en las que, más que comprar, te quedarías a vivir.

Caminando hacia las arterias centrales, previa parada en el puesto de perritos calientes más famoso del mundo -que no los mejores-, Baejarins Beztu (el original está en el puerto, pero éste nos vale y lo identificarás por las largas colas que esperan a hacerse con su salchicha entre panes), nos adentraremos en Laekjagarta, con algunos de los bares y casas más antiguos de la capital, que rodea Austurvollur, la icónica plaza con el Parlamento islandés, la verdadera catedral y otras edificaciones dignas de admiración por estética e historia. Tras asomarnos al lago Tjörnin y obtener una idílica estampa con numerosas esculturas como testigo -la más famosa es la del burócrata desconocido-, podemos alcanzar  la calle más antigua: Adalstraeti, con la también casa más antigua ubicada en el número 10. Toca volver a Laekjargata, cuya anchura alberga también las paradas de los autobuses que te llevarán de excursión allende las fronteras de la capital.

La edificación más antigua de Reikiavik.


Costa Sur de Islandia en un día


Vaya por delante que son muchos los operadores de excursiones disponibles en Islandia y con precios similares, pero habíamos oído hablar y muy bien de Icelnadia.com y fue un acierto optar por sus servicios. Ya desde Laekjagarta una minivan nos trasladó a la estación principal de autobuses desde la que partimos hacia una de esas excursiones de todo el día que no resultó cansada y sí muy reveladora, amén de gozar de bastante tiempo -o eso nos pareció- en cada parada. Y nutrida información en el camino. Un camino que, a los pocos minutos, dejaba la urbe capitalina en favor de paisajes escoltados por montañas y el Atlántico a uno y otro lado, volcanes que sólo vimos desde el autobús -echamos en falta una pequeña parada para verlos de cerca pero, claro, eso corresponde ya a otra excursión- y la primera y grandiosa parada: la cascada de Skógafoss. También hollywoodiense por su aparición en Thor, 60 metros de poderosa caída que permite acercarse lo suficiente para percibir esa fuerza y, de paso, salpicarte con la neblina y gotas que levanta el choque contra el suelo. Hay escaleras para alcanzar un mirador que quizá merezca la pena por las vistas pero no por el ángulo para divisar la catarata. Insisto, si quieres admirar boquiabierto la fuerza de la naturaleza la base de la catarata es tu sitio.



Congelemos el agua. Cantidades ingentes de la misma. Y obtengamos como resultado un imponente glaciar de nombre Solheimajokull y que constituye, para muchos, la parada más impactante de la excursión. Ya el breve sendero que conduce desde el autobús hasta el glaciar maravilla por hermosos y verdes paisajes que, poco a poco, abandonan ese color y adoptan un azul blanquecino propio del hielo en todo su esplendor. Aunque lo verás e identificarás rápidamente desde la distancia es cuando te sitúas frente a él, mirándolo de tú a tú, cuando aprecias y te percatas de lo pequeños que somos al lado de la Madre de todos. 








Vistas montañas, cataratas y glaciares, nos vamos a la playa. A la de negra arena de Reinysfjara con una enorme oquedad que hace las veces de cobijo para la frecuente lluvia que viste de gris una zona que, sonría o nos dé la espalda el sol, se te grabará a fuego en la memoria por las afiladas y titánicas columnas de basalto. Se hartan a decirlo y siempre hay algún turista que "hace la guirada": no os acerquéis demasiado a la orilla porque las olas sorprenden y la subida del agua es tan repentina que ha tumbado a muchos. La disfrutamos con mal tiempo, no quiero imaginar con una temperatura agradable y sin lluvia. 


Tras un breve vistazo a la Vik Village, pueblo portuario, y habiendo repuesto fuerzas nos dirigimos a nuestra última y plausible parada, la catarata Seljalandsfoss, extraordinaria desde cualquier lado pero, sin duda, el preferible es el trasero. Porque sí, puedes ubicarte frente a ella y disfrutar vistas y brío natural o puedes caminar por el sendero que te sitúa tras ella -tranquilo, no te mojarás al hacerlo- para admirar desde otro punto de vista su caída. Hablamos de una de las escasas cataratas del mundo que lo permite, así que hazlo. Y quédate un buen rato en silencio disfrutando del espectáculo. 



Círculo Dorado: la terna imperdible de Islandia

La Santa Triada islandesa tiene un atractivo y turístico nombre, Golden Circle o Círculo Dorado, que quizá eleva demasiado las expectativas si bien es una elección clásica porque en un breve espacio de tiempo -la opción exprés te ocupa algo más de media jornada- te permite un vistazo rápido a algunas de las principales características y virtudes del país. No obstante, te recomendamos que huyas de la opción exprés y eches la jornada completa para gozar como es debido cada parada. 

El Parque Nacional de Pingvellir es la cuna de Islandia, allá donde las diversas tribus que poblaban el país, dándose cuenta de que juntos podrían ser más fuertes, comenzaron a entablar conversaciones hasta definir este punto como lugar de encuentro y reuniones. Con el tiempo y ya de manera formal, desde el siglo X hasta el XVIII albergó el Althing, donde se reunía el parlamento islandés. De ahí su simbolismo como unidad patria y el sentimiento que, notaréis en cualquier esquina del país, tiene todo islandés de apego a su tierra y a su gente. Ubicado en un escarpado e imponente valle, que os recoemndamos que descendáis por los senderos habilitados, aquí chocan placas tectónicas que se separan a razón de unos 3 centímetros al año y que son de posible avistamiento bajando por la fisura de Silfra. 




Un géiser cada 8 minutos. O menos. La bella región geotérmica cercana al río Hvitá es la segunda parada del Golden Circle y acoge el géiser Strokkur, que erupciona hasta alcanzar los 20 metros si bien, en ocasiones, se eleva 40 metros y lo hace cada 6 minutos de media. Allá por donde respira la tierra y también donde dejó de hacerlo, porque cerca encontramos otra deformación en el terreno que indica que allí antes hubo una cavidad más por la que la tierra mostraba su bravura o, quién sabe, su enfado con lo que algunos han querido hacer con ella en Islandia. Insisto, más allá del géiser la zona merece un reposado paseo que sólo podrás hacer en las opciones de excursión más largas. 



Hablemos de la cascada dorada, Gullfoss, de donde toma su nombre la terna que conforma el Círculo Dorado y que, sin duda, abrocha y termina en alto la excursión. Dos saltos y 32 metros en total de caída para un abundante caudal y una anchura apreciable ya desde el punto más alto. Hay que caminar y quizá tengas poco tiempo si inviertes demasiado en fotografías o vas con niños, pero echa el resto y acude al enclave más cercano a la catarata. No te arrepentirás. Gullfoss es grandiosidad y majestuosidad, naturaleza en estado puro, reconciliación con lo que siempre fuimos y aún perdura en nuestro interior, el baño de alegría que se da la tierra del fuego y el hielo, la razón por la que uno ha venido desde España hasta aquí. Argumentos suficientes para que la hija de un granjero local, Sigríður Tómasdóttir, abanderase la oposición a que una planta hidroeléctrica se instalase aquí arrasando con mucho más que el patrimonio islandés. El símbolo del compromiso y mimo de todo un pueblo para con la tierra que les vio nacer. 



Más información en https://www.icelandia.com/tours/golden-circle-direct

Extra: Laguna Azul, el 'toca y vete' geotermal de Islandia

La expresión se debe a que hagas escala en Reikiavik o viajes a la capital islandesa -o a cualquier otra parte del país, pero por cercanía sería interesante dicha ciudad- la Laguna Azul o Blue Lagoon es la aprada favorita del turista. Los que hacen escalas largas están a 20 minutos de una de las principales atracciones de la isla que, cierto es, en horas punta se masifica tanto que afea la experiencia, por lo que muchos optan por otras lagunas geotermales. Porque aquí hablamos de eso, del músculo de la tierra de fuego, de aguas calentadas geotermalmente por los volcanes de donde descendieron y rodeadas por piedra negra que, combinada con el azul celeste recompensan con una imagen para el recuerdo. Más allá de lo visual, aquí son otros sentidos los que disfrutan sobremanera, como el tacto: tres tipos de cremas -la entrada básica sólo incluye una- para aplicarte máscaras diversas en el rostro y deleitarte, una vez retirado, con una piel suave y tersa. Del cuerpo se encargan las calientes aguas y de la tranquilidad una zona sólo para adultos, pues en el resto los infantes que superen los 2 años también tienen acceso, con manguitos obligatorios hasta los 7. Hablamos de unas instalaciones en buen estado, más pequeñas de lo que cabría imaginar y que desmerecen el precio cuando coinciden muchos usuarios pero, si hacéis como nosotros y acudís a primera hora, disfrutaréis durante al menos 80 minutos de la paz y la experiencia tal y como fue concebida. Un gustazo para el cuerpo, el capricho que te mereces.

Más información en https://www.bluelagoon.com/

Jesús Clemente Rubio