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Cuando un puñado de emigrantes japoneses aterrizaron en Perú para ganarse la vida fusionando ambas cocinas en sus restaurantes, nunca imaginarían que parirían una cocina con lo mejor de cada casa y que acabaría incluso adquiriendo forma de buffet a la carta. Más allá de sumarse a la creciente tendencia de este tipo de establecimientos, Issei aporta un valor diferencial en cada plato, con un par de puntos por encima de la media en cuanto a sabor y variedad. Makis, nigiris, dumplings, ceviches, tiraditos e incluso importación de otros lugares del mundo. Issei toca muchas teclas, y todas las toca bien.
Si no, que le pregunten a las decenas de comensales que llenaban ambas plantas del local cuando fuimos. En sus mesas vimos varios platos que nos llevaron incluso a preguntar al camarero que de cuáles se trataban para escribirlos en nuestra comanda a la carta, tantas vueltas como quieras dar pero con el debido control para no comer por los ojos. Y así hicimos.
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Partimos de los rollos de uramaki rematados con trufa, pasamos por los makis de atún y salmón y abrochamos este primer pase con nigiris de pez mantequilla y salmón flambeado. Explorado Japón, saltamos a China brevemente para una incursión deliciosa en los de morcilla y los xiao long bao de cerdo antes de deleitarnos con el ceviche limeño y el tiradito nikkei. Bien aliñados, bien servidos y muy buen sabor.
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Udon, brocheta yakitori y croquetas de gambas al ajillo pusieron la combinación perfecta japoibérica para demostrar que todo aquello con lo que se atreve Issei en realidad es una apuesta segura porque lo trabajan bien y cocinan mejor. Unos rollitos de pato asado pekinés pusieron punto y final a una experiencia buffet que se coloca por delante de otras muy conocidas y valoradas en estas líneas como SUMO o Genko. Lo cual, lejos de desmerecer a aquéllas, más que recomendables, ensalza aún más a la presente.
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Más información en https://isseirestaurante.com/
Jesús Clemente Rubio