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Pancipelao, el cocido de cuatro vuelcos... para empezar




Hemos hablado en otras ocasiones del cocido de Pancipelao. Contundente, ligero y sabroso en la sopa, cargado y variado en las viandas, excelente en el segundo pase de los garbanzos. Hoy lo volvemos a hacer pero aumentando la apuesta para aquellos seres extraños que no gustan de uno de los mejores platos de la cocina española y madrileña. Porque en Pancipelao el resto de la carta, con menciones especiales, posee tan sabrosa factura como una de sus referencias estrella. Esta reseña es un homenaje a todos ellos.

Primer pase, la croqueta de pringá, tocino y carnes abrazándose bajo un suave rebozado que adelanta la intensidad de sabores que encontraremos en los siguientes vuelcos. El segundo, nuestro favorito, la sopa, cuyo color vaticina que no caerá pesada al estómago y sí conectará enseguida con nuestro paladar. Si quieres repetir, ahí que dejarán la cazuela para que, sin guisártelo, comas cuanto desees. Un pequeño recipiente de barro acompañará a la sopa con un aperitivo de los garbanzos, repletos de sabor, que encontrarás combinados con el cuarto pase. Las viandas, gallina, chorizo, morcilla...todo convenientemente medido para un generoso estómago. 

Nadie se quedará mirando. El que no guste de cocido, puede optar por una abundante ración de ensaladilla rusa, unas zamburiñas aliñadas a la perfección, como uno espera y rara vez encuentra últimamente en locales que presumen de ellas o un arroz ciego para dos -para cuatro casi- con todo pelado y listo para ser engullido. Creerás que te supera pero, al mismo tiempo, tus mecanismos cerebrales pedirán una tenedorada más. Así hasta finiquitarlo.




Pancipelao es la comida del obrero vestida de traje, el cocido abundante pero nada pesado y una carta española de soberbia ejecución y emplatado. Y en la castiza Vallecas. 

Más información en https://pancipelao.com/

Jesús Clemente Rubio