Porque Robotnik, que no estaba muerto ni mucho menos, vuelve a escena tras detectar que alguien está haciendo uso de sus artilugios y robots. Llevado inicialmente por una rabia inmensa por semejante atropello, acaba descubriendo que es su propio abuelo el que está jugueteando con sus aparatitos y es también él el que despertará a otro puercoespín de su letargo para combatir a Sonic y sus amigos. Porque Tails y Knuckles vuelven a aparecer, el primero encontrando en el público infantil al espectador que se verá en él reflejado y el segundo aportando esa dosis de fuerza bruta mezclada con un excelente humor derivado de su vehemencia y fijación con el cumplimiento del deber. Hay reunión de muchos otros personajes de anteriores entregas, aunque aparezcan menos minutos que en primera y segunda parte, pero lo importante es que la película no da tregua.
La idea de que Sonic y sus amigos y Robotnik formen alianza no resulta nada forzosa y sí bastante verosímil, amén de un final memorable para todas las partes. Hablando de finales... ojo a las escenas poscréditos; no se nos ocurre mejor manera de irte metiendo el gusanillo de ver la cuarta entrega. Y para cuando lo hagas, siempre recomendaremos unas salas amplias en espacio para el espectador pero no abarrotadas dadas las generosas dimensiones de las butacas (sofás reclinables); gran calidad de pantalla y sonido y con un buen número de sesiones incluso dos meses después del estreno de la película.
Como buena y veterana saga de títulos para videoconsola, Sonic 3 sabe jugar con varios géneros, desde el drama a la comedia, desde la acción al suspense... y los viste con personajes muy desarrollados, reconocibles y con los que es imposible encariñarte una vez avanzan los acontecimientos y dados los arcos argumentales pasados. Pero sin duda estamos ante una saga que finalizará cuando ella quiera, porque a este paso el público siempre pedirá más.
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Jesús Clemente Rubio